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miércoles, 13 de marzo de 2013

HABEMUS PAPAM


Jorge Bergoglio, el primer Papa jesuita de la historia del catolicismo, es un  “Coincide con la necesidad de una Iglesia misionera. Que salga al encuentro de la gente, activa y no pasiva. Una Iglesia que no sea reguladora de la Fe, sino promotora y facilitadora de la Fe”, explicó.

De 76 años, el ex cardenal es un hombre austero, de marcada espiritualidad y apegado a las tradiciones seculares del catolicismo. De aspecto hierático, habita un departamento pequeño -rechazó la residencia oficial del arzobispado, más confortable-, donde pasa los fines de semana en soledad. “Sobriedad y austeridad es su estilo de vida.
Viaja en subte (metro), en colectivo (autobús), los viajes a Roma los hace en clase turista”, describió Ambrogetti. Suele guardar para sus escasas apariciones públicas discursos cargados de palabras duras tanto para los políticos como para la ciudadanía, señalando la pobreza masiva, la marginación y la desigualdad social que vive Argentina. Según medios de prensa internacionales, Bergoglio había sido uno de los cardenales más votados en el Cónclave del 2005 que convirtió a Joseph Ratzinger en Benedicto XVI.
Los políticos argentinos fueron varias veces blanco de la retórica filosa del sacerdote, que los ha acusado de no combatir la pobreza y querer enquistarse en el poder.

Cardenal desde 1998, muchos de los pares que eligieron a Bergoglio lo conocieron por su inesperada y reconocida actuación de relator durante el Sínodo de purpurados del 2001.

Hijo de un hogar de clase media con cinco hijos, de padre ferroviario y madre ama de casa, poco afecto a aceptar invitaciones privadas y poseedor de un “pensamiento táctico’, según los especialistas, ahora deberá presentar sus credenciales ante más de 1.000 millones de católicos.

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